Tocata y fuga

Músicas y reflexiones por fascículos.

domingo, noviembre 20, 2005

mi vecino de abajo


Vivo en un cuarto piso de un bloque de 4 alturas y todos los vecinos tendemos la ropa en la fachada posterior. Todos salvo la vecina del "bajos", que tiene una terraza grande que hace de suelo y es donde van a parar las pinzas y calcetines que se nos caen al resto de vecinos. Ella tiene la costumbre de dejarte en el buzón de correos las prendas que se te caen, pero como no sabe de quién es cada cosa, pues tu calcetín puede estar dando vueltas por los buzones ajenos durante dos semanas, hasta que otro vecino decide que el calcetín puede ser tuyo y te lo deja en tu buzón para probar suerte.

El otro día, entre las cartas de facturas y la propaganda del Carrefur, me encuentro un tanga masculino con estampado de leopardo. Empecé a buscar la cámara oculta, y al no encontrarla pensé que debía ser la prenda de algún vecino que se habría caido a la terraza del primero.
Todavía no me explico por qué la cincuentona del bajos pensó en mí como primer candidato a propietario del tanga felino, pero allí estaba yo en el rellano del ascensor con el triangulito amarillo y negro en la mano.
Inmediatamente hice un repaso mental de mis vecinos a ver a quién podía tener estos gustos con la ropa interior:
"A ver, el del primero... No, es un tio normal y corriente, de mi edad pero un poco a la antigua... no me lo veo con esto. En el segundo no vive nadie. y el del tercero.... no, con la pinta de pardillo que tiene, imposible. Si dicen que en el instituto se las comía dobladas y todo el mundo se burlaba de él. No, el del tercero descartado. Pues entonces no queda nadie, así que se lo meto en el buzón de el del primero y a ver qué pasa."
En esto que llega mi vecino del primero al rellano y me espero en la puerta del ascensor a ver qué hace con el tanga. Abre el buzón, lo saca, se descojona, me mira y me dice:
- Oye, esto no es mío. ¿Es tuyo, verdad?
- Pues no, te lo acabo de dejar en tu buzón porque pensaba que era tuyo.
- Pues no, no es mío.
- Pues si no es tuyo, ni mío, y el en el segundo no vive nadie....
- ¡No! ¡No me jodas que es de el del tercero!
- Por eliminación... tiene que ser de él.
- Pues nada, a su buzón.

Nada más dejar el tanga en el buzón del tercero, entra el susodicho por la puerta de la calle, con lo que mi vecino y yo nos quedamos en la puerta del ascensor con una sonrisilla en la boca.
-¿subes...?
-Sí, gracias, un momento que recojo la correspondencia.

Nada más abrir la puertecilla del buzón, al del tercero se le puso la cara como un tomate. Metió la mano rápidamente en su interior y escondió el contenido del buzón en el bolsillo de su abrigo a una velocidad de vértigo. Nos miró con cara de circunstancia y dijo:
-Bueno.... si eso.... subid vosotros, que yo....
-Pues nada, oye, que nos subimos. - dijimos con la carcajada a punto de salir por la boca.

Desde luego las filias y fobias sexuales son inexcrutables. Nunca me imaginé a mi vecino de esta forma, pero ahora que pienso, a veces, por la noche, se oye un restallar de látigos y el sonido de unos tacones sobre el parqué de mi vecino de abajo.