Tocata y fuga

Músicas y reflexiones por fascículos.

sábado, noviembre 24, 2007

Tupper


Una de las cosas que menos me gustan de mi trabajo es el comer de Tupperware.

Nunca hasta ahora lo había tenido que hacer. Siempre comía en mi casita con el platito caliente y la comida recién hecha.

Ahora me tengo que comer la comida que cocino el día de antes, o que tengo congelada en la nevera o que me compro en el "comida prefabricada para ejecutivos que no tienen tiempo" y recalentarla en el microondas.


Cuando llegan las 10 de la noche lo último que me apetece es ponerme a cocinar los espaguetis del día siguiente, así que la mayoría de las veces me preparo una ensalada rápida de lechuga y poca cosa más. Y claro, cuando al día siguiente llegas al comedor de la empresa y todo el mundo saca sus cocidos, guisados, sofritos, asados y demás comida hiperelaborada, siento vergüenza propia.

Todo el mundo empieza a preguntarse entre ellos cómo ha conseguido esa textura en la crema de brócoli que acompaña a su "confit de canard", o qué ingrediente lleva ese guiso de apio y rabo de toro que hace que huela tan bién.

Y a mi me ven con mi triste lechuga y un par de rodajas de tomate "de estrangis" para darle color y ni me preguntan ni nada.

Yo más bien pienso que les doy pena y por eso, cada vez que voy con mi lechuga en el tupper y me preguntan "Prich, ¿qué tienes hoy para comer?" yo les respondo "La tristeza hecha comida".