Tocata y fuga

Músicas y reflexiones por fascículos.

domingo, octubre 09, 2005

El juego de Bito, 2ª Ed.


La verdad es que en el pueblo de Vinagrio hay cosas que suceden sin ninguna explicación racional. Para nosotros todas las cosas que nos suceden son cotidianas y no le damos mayor importancia. Siempre han sido así, y lo seguirán siendo, por mucho que se estudie.
Pero los pueblos vecinos nos tienen por extraños, raros e incluso un poco lunáticos. No pueden comprender que en pleno mes de agosto cayera una lluvia de mariposas, o que el sol estuviera tres días sin ponerse, dando a Vinagrio una luz peculiar en todo el valle durante las horas en el que el resto de aldeas estaban sumidas en la más absoluta oscuridad.
Una vez apareció por Vinagrio un hombre que se autoproclamó santo y que con la palabra de Dios nos iba a librar del infierno en el que estábamos sumidos. Dijo que quien sueña con bailes, en verdad tiene pensamientos impuros y lo que realmente quiere es realizar el acto sexual con su pareja de baile.
A nadie de Vinagrio le extrañó o le causó rubor tal afirmación, ya que en las fiestas del pueblo es normal que durante el baile con la orquesta, los mozos saquen a bailar a las chicas que más les atraigan y tras los compases finales ambos bailarines se fundan en un sonoro jadeo. Y sudorosos, con una cara de felicidad total, el pelo enmarañado y una complicidad en sus miradas, acaben el baile con las manos entrecruzadas. Chicos y ancianos, jóvenes y abuelos, todos terminan el baile exhaustos, abrazados a sus parejas, declarando sus amores y con la respiración entrecortada tratando de recuperar lentamente el ritmo normal.

También es cierto, que después de hacer el amor, los parroquianos de Vinagrio se quejan de dolor de pies y de agujetas en las pantorrillas. Por lo tanto, es de suponer, que la gente que sueña con actos sexuales, lo que en verdad quiere es bailar con sus parejas de amoríos.
O al menos así es en Vinagrio.