Tocata y fuga

Músicas y reflexiones por fascículos.

jueves, julio 21, 2005

Orquidea salvaje


El día de nuestra boda, una tía de mi mujer le regaló una planta de orquídeas. La verdad es que era preciosa, con dos flores blancas muy grandes y perfumadas. Muy parecida a la de la foto. Mi mujer le tenía mucho aprecio.
Cuando entramos a vivir en nuestra casa, la orquídea fue de el primer ser vivo que cruzó el umbral de la puerta. Aún no sabíamos cual iba a ser su lugar definitivo, así que la íbamos cambiando de sitio constantemente, siguiendo el método de "ensayo y error" hasta encontar su correcta ubicación . En el salón, porque así le daría la luz por la tarde... En el suelo de la cocina, porque de esa forma le daría el sol por la mañana y estaría en la sombra por la tarde... Encima de la mesa del comedor, porque queda bonita... Otra vez en la cocina, pero sobre la encimera, porque estorba menos... Según cómo reaccionaba la planta la movíamos de un sitio a otro.
Como es normal en una casa nueva, empezaron las pequeñas obras, y nuestro querido vegetal tenía la extraordinaria virtud de aparecen en medio de todos los fregados.
¿Que colgaba un cuadro? pues la planta estaba justo debajo, preparada para recibir todo el polvo que levanta el taladro contra la pared. ¿Que abría una puerta? pues la orquídea se colocaba estratégicamente detrás de la puerta para recibir el golpe. ¿Que tiraba las migas del mantel a la basura? nuestra amiga estaba al lado del cubo dispuesta a recibir todo el pan sobrante de la comida.
Mi mujer montaba en cólera y me decía que no tenía cuidado con la orquídea, con lo que ella la quería. Yo siempre le decía: "No soy yo, es esta puta planta, que siempre está en medio".
Así quedó bautizada. PUTAPLANTA.
Con el paso de los días, a Putaplanta se le cayeron las dos flores, y empezó a ponerse mustia. Mi mujer me daba el sermón cada vez que la veía: "Claro, con lo cuidados que le has dado...el taladro, el barniz, las migas, los golpes....es normal que se nos muera"
Pasó el invierno con más pena que gloria, pero al empezar la primavera, le empezaron a salir unos botones verdes, que fueron creciendo y creciendo hasta dar diecisiete (sí, 17) hermosas flores blancas que nos han durado hasta hace pocos días.
Ahora mi mujer no dice ni pío de Putaplanta y mis cuidados vegetales.

Yo creo que las adversidades del invierno le han venido muy bien para fortalecerse y sacar lo mejor de sí. Ahora estoy maquinando qué entrenamiento le voy a dar este próximo invierno para que en primavera vuelva a florecer sana y fuerte. ¿¿Quizá gasolina?? ¡Vamos pequeña, tú puedes!
Quizá le haga escuchar "Florecita Rockera" de Aterciopelados, para que se estimule.