Tocata y fuga

Músicas y reflexiones por fascículos.

domingo, septiembre 25, 2005

Zaragoza By Prich

Conducir una motocicleta a las 3 de la mañana de una noche de luna llena de verano por el Paseo Independencia es una experiencia que nadie que pase por Zaragoza se debería peder. E incluso debería ser una atracción turística, con puestos de alquiler de motos en la plaza Aragón, y fin del trayecto en el embudo del Coso.
Si en vez de un ciclomotor el vehículo es un coche descapotable, la sensación es indescriptible. Es un paseo de 2 minutos, pero que bien disfrutados sirven como relajación tántrica.
La luz ténue de las farolas, ningún vehículo por la calle, poca gente por las aceras, y unos edificios con historia conforman un marco que es de lo más sorprendente que puede ofrecer esta ciudad. Tantas veces pasamos por allí que no vemos la belleza oculta de esta calle.
Claro, que Zaragoza de día también tiene otras cosas que la hacen interesante. La Plaza de Los Sitios es uno de mis lugares diurnos favoritos. Una plaza mediana, con jardines y estatua con fuente incluida. Edificios nobles que delimitan un cuadrado con encanto como El Museo de Historia, de visita imprescindible, La Escuela de Bellas Artes, Aviación, Gascón y Marín...Estupendos bares de tapeo en las calles cercanas como el mítico Calamar Bravo.
Imprescindible la Plaza San Agustín, en el Casco Antiguo, después de la remodelación y acondicionamiento del Museo de Historia contemporánea. A dos pasos, La plaza de la Madalena, muestra de la multiculturalidad del barrio viejo. La Iglesia de La Madalena es uno de los edificios más bonitos de la noche zaragozana. Con la cara lavada e iluminada brilla como faro del Coso bajo.
Unos pasos más y nos encontramos frente al Arco del Dean, en la Plaza San Bruno. Los domingos bulle de actividad con puestos callejeros de antiquarios y artesanía comestible.
Y por fin, La Plaza de las Catedrales, aunque el edifico que más me gusta de este paraje no es religioso. La Lonja siempre me ha cautivado desde que la acondicionaron. Esas caras en su fachada, los colores, sus exposiciones... Merece la pena la visita, y seguro que algún caballo oxidado agradece una foto.
A continuación, Susej os puede hablar más de la Plaza San Felipe, con el hombre sentado, el Museo Gargallo y Casa Montal como singos característicos de un lugar que antaño tenía la Torre Nueva, la versión maña de la Torre de Pisa. Tan inclinada que al final hubo que derruirla.
Y por último, el Mercado Central, con la estatua de Cesar Augusto y la rana. Si alguien sabe qué hacen dos personajes tan dispares como éstos juntos en una fuente, que me lo explique.