Tocata y fuga

Músicas y reflexiones por fascículos.

martes, agosto 09, 2005

Benidorm, ¡qué tiempos!


Los amigos teníamos la sana costumbre de guardarnos unos días de vacaciones en julio para irnos a un apartamento en Benidorm durante 5 ó 6 días.
Planeábamos el viajecito durante todo el año, que era el tiempo que tardábamos en contar todas las historias que nos pasaban en el verano anterior. La verdad es que nuestras parejas estaban hasta los mismísimos del viaje. Quizá por envidia, porque no venían con nosotros, ya que era un viaje "solo hombres", o quizá porque éramos unos pesados contando nuestras anécdotas una y otra vez, siempre las mismas, y en las que a partir de la tercera vez que la contábamos, sólo nos reíamos nosotros.

Yo creo que el viaje que más nos impactó fue el primero. Cinco chavales de alrededor de la veintena con un billete de ida y vuelta a Sodoma y Gomorra en versión alicantina. Al vivir en una ciudad sin playa, los paseos marítimos en verano eran un espectáculo que no conocíamos, y doy fe que nos gustaron, sí señor.
Go-gos de formas y vestidos insinuantes, relaciones públicas locuaces del tipo "me ama - esta busca algo conmigo" (Anna de Portugal, que nos dedicó una firmita y todo) y sobre todo ¡¡¡ CHUPITOS GRATIS !!!

Entrabas por un extremo del paseo marítimo, y cuando salías por el otro lado, tras 15 bares y discotecas recorridas, con su chupito gratis, of course, el colocón era importante. 15 chupitos que eran acompañados por sus correspondientes 15 go-gos bailarinas de poca ropa y movimientos circulares, por sus 15 vaciladas a las 15 relaciones publicas que nos daban 15 tarjetas de descuento alcohólico y que nos prometían 15 veces que nos encontraríamos en las 15 macrodiscotecas que anunciaban. 15 veces que decías "este chupito está malísimo", 15 intenciones de no volver a tomar otro licorcito en el bar siguiente.
15 horas que tardabas en recuperarte de la borrachera causada por la mezcla de diferentes alcoholes de dudosa reputación, origen y graduación. Jurábamos que nuestros estómagos no se merecían este castigo y prometíamos no volver más por el paseo marítimo.
Pero al día siguiente a las doce de la noche, puntualmente nos encaminábamos a la línea de salida del primer bar de los 15 donde una chica muy simpática nos abordaría con esta frase:
¿Te invito a un chupito?