Tocata y fuga

Músicas y reflexiones por fascículos.

viernes, septiembre 02, 2005

La ducha de los cisnes


Para no dejaros con la intriga del post anterior, os cuento esta historieta verídica. Casi no me acordaba de ella y creo que nadie la conoce, ni siquiera se la había contado a mi mujer.


Esta anécdota sucedió cuando tenía 17 o 18 primaveras. Por aquel entonces acudía a la Escuela de Folklore de Zaragoza para sacarme el título de "Jotero ofical del Estado".
El edificio donde se impartían las clases era un antiguo cuartel reconvertido en Escula de Ballet, de Teatro y de Folklore. Lo habían remodelado hace poco, por lo que estaba utilizable, pero no estaba totalmente terminado. Faltaban esos pequeños detalles que sólo con el uso te das cuenta de que no están. Los techos eran altísimos, las clases tenían esa barra de ejercicios y cristales por todas las paredes, Los ventanales eran grandes, hasta el suelo, propios de otra época y otro uso, pero que los habían conservado para mantener la estructura del antiguo edificio.
Como era el primer año de funcionamiento de este nuevo edificio, al llegar junio se organizó el típico espectáculo de fin de curso, donde cada clase muestra lo que ha aprendido en todo el año. Allí acudieron el consejero de cultura de turno, el delegado del Ayuntamiento y gente de la plana mayor.
Y allí estaba yo, vestido de jotero con mis amiguetes de baile. Debía ser un viernes, y decidimos ir a tomar unas copichuelas después de la actuación. Hacia un calor infernal, porque el aire acondicionado no estaba puesto todavía, así que después de bailar lo que nos tocaba nos fuimos al vestuario a cambiarnos. Al entrar en las duchas me di cuenta que el arquitecto que diseñó la remodelación debía de haber sido designado a dedo, porque había colocado las duchas justo enfrente de unos ventanales. Esos ventanales daban a un patio interior, y justo enfrente, otro edificio de la misma Escuela. Por suerte, las ventanas tenían pegado un plástico opaco, que no dejaba ver lo que hay detrás.
Después de la sudada del baile y el calorcito veraniego decicimos ducharnos para salir luego limpios y guapos. Así que muy digno, me acerqué a las ventanas abiertas, con mi toalla en la cintura, saludé a las vecinitas de la clase que teníamos enfrente, que ya se habían percatado que había tres tíos con el pecho descubierto en el edificio de enfrente y cerré los cristales. Empecé a ducharme, cuando de repente veo a los dos CABRONES de mis amigos abriendo las ventanas de par en par y dando un grito a las bailarinas de ballet de enfrente. Unas 10 chicas de entre 14 y 16 años, con su tutú blanco y sus medias rosas corrieron hacia las ventanas para ver como ese "cuerpo jotero" se frotaba jabón. Piropos y obscenidades recorrieron el patio interior.
¡Dios, qué vergüenza! ¿qué hacer?

¿Salir por patas? No, solo falta que me resbale y me meta un piño delante de la audiencia.


¿Cerrar la ventana? Tampoco. Ir corriendo a la ventana, de frente, con la "cosa" colgando a la vista de las jóvenes bailarinas puede acarrearme alguna demanda por exibicionismo.


¿Seguir como si nada? Sí, es lo mejor.


Así que muy digno, me di la vuelta, me aclaré el jabón lo más rápido que pude y al acabar me puse mi toalla por la cintura.


El grito de ¡¡¡¡ HIJOS DE PUTA !!!! se pudo oir por toda la escuela, mientras mis dos amigos se descojonaban en los vestuarios.


Qué decir que ninguno de mis "amigos" se duchó después de mí.

Como banda sonora de este post, una jota, como no. Los Sitios de Zaragoza es de mis preferidas.